Kom Ombo, primera escala del crucero

Templo de Kom Ombo

Agotado por el largo viaje hasta Egipto, por los nervios pasado en aquel mi primer vuelo, y por la tardía excursión de la noche anterior a Philae, aquella mañana, la de la primera escala en Kom Ombo, me quedé dormido. Solo los toques de alguien en mi puerta me sacaron del letargo en el que me había sumido. Miré el reloj asustado por el brusco despertar: ¡ las 5 de la mañana ! «Temprano madrugan aquí», recuerdo que pensé.

Poco después encaminé mis pasos por el pasillo del barco adelante hasta la cubierta de salida. Aquella soñolencia con la que aún estaba supongo que influyó en la profunda impresión que obtuve de aquel día. No os miento si os aseguro que de todos mis viajes es una de las imágenes que más grabadas a fuego tengo dentro de mí: frente a mí solo se extendía un enorme desierto y cerca un antiguo templo egipcio, Kom Ombo, dedicado a las divinidades Sobek y Horus. No había más signo de civilización, ni más ruido que el de los propios turistas hablando entre ellos supongo que tan sorprendidos como yo.

Imaginaos la impresión de comenzar el crucero la noche anterior en una ciudad, Asuán, y despertar en un desierto, algo que yo, hasta entonces, jamás había visto. Fue como hacer un viaje en el tiempo; como dormirme en la civilización y despertar hace siglos, en el antiguo Egipto…

Recuperado de aquella primera impresión comencé a dar mis primeros pasos por el pasado…

Kom Ombo es un templo que, aunque en ruinas, aun se alza imponente junto a la ribera del Nilo, y que está dedicado a dos dioses egipcios: por un lado, Sobek, el dios cocodrilo, dios de la fertilidad del Nilo, y por otro a Horus, el dios Halcón, gran disco solar alado. Precisamente el hecho de que esté dedicado a dos divinidades hace destacar su simetría con dos salas hipóstilas (salas de columnas) y dos santuarios, cada una para uno de los dos dioses. Se edificó durante el reinado de Ptolomeo IV Filométor aunque no se acabó hasta el de Ptolomeo XII, allá por el siglo I a.C.

Sala Hipóstila del templo de Kom Ombo

Como buena parte de los templos y monumentos egipcios, este templo de Kom Ombo también cuenta con su historia particular que relaciona su construcción y actual estado de ruina con las dos divinidades a la que está dedicado.

Cuenta la Historia que aquel templo se dedicó al dios Sobek inicialmente por la cantidad de cocodrilos existentes en el Nilo. Sin embargo, aquel dios siempre estuvo asociado al Mal, por lo que para compensar la ira divina, decidieron construir una segunda parte del mismo dedicado a su hermano, el buen dios Horus.

Soberbio y celoso del amor que su pueblo le profesaba a Horus, Sobek decidió vengarse y comenzó a maquinar contra su propio hermano. Al fin consiguió expulsarlo, pero al marcharse éste, todo su pueblo le siguió quedando abandonado el lugar. Sobek, viendo su ciudad y su templo abandonado, decidió resucitar a los muertos para que así éstos ocuparan el lugar de los que se marcharon. Pero éstos, los muertos, no eran capaces de construir ni crear nada. Muy al contrario, con ellos llegó la destrucción y la ruina.

La excursión por el templo no duró demasiado. Historia, magia, y unos paisajes sorprendentes se dieron la mano en aquella visita mañanera. El amanecer fue, no lo dudo, el mejor aliado para aquella visita a Kom Ombo.

Tras ello, nada mejor que un buen café y un buen desayuno para terminar de quitar los últimos retazos del sueño. Aquel día aún nos esperaban los templos de Edfu y de Esna…

Mientras tanto, ya sabéis que podéis leer mi viaje completo en: mi viaje a Egipto.

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Category: Egipto


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