Esna, el templo dedicado a Cnum

Templo de Esna

Si hay algo de lo que uno pueda quejarse en los viajes organizados es, por reglas generales, de la cantidad de cosas y lugares que pretenden incluir. A veces (gran parte de las veces) no da tiempo a sentarse y disfrutar del sitio, a saborear su Historia, a profundizarla y conocer más. Éste fue (y es), en mi opinión, el principal defecto del que adolecen todos los viajes a Egipto: es éste un país con mucha Historia y quererlo abarcar en solo 7 ó 10 días es una auténtica aberración.

Valga esta introducción por el hecho de que algo así me sucedió en este día de viaje (el tercero). Amanecí en Kom Ombo, cuyo templo visitamos, marchamos hacia Edfú, que también visitamos, por la tarde a Esna  finalmente aquella misma noche dormiríamos en Luxor.

Con este plan, a esas alturas del día, y teniendo en cuenta que por delante tenía a Luxor, el que para mí debe ser el centro de todo viaje por el Nilo, Esna es un lugar del que pocos recuerdos guardo, por desgracia, pues aún andaba rumiando las historias que me habían contado en ese día en los dos sitios anteriores.

El templo de Esna no se encuentra junto al Nilo, aunque sí muy cerca (a unos 200 m.); esta distancia se solventa de un modo muy turístico: en una suerte de carrozas tiradas por caballos. Curiosamente es el recuerdo más vívido que guardo del lugar aparte de su colorido.

El templo está dedicado al dios Cnum, al que se representa con cabeza de carnero, consagrado a las «fuentes» del Nilo y por tanto, dios de la primera catarata.

No se conserva demasiado del mismo aunque lo realmente importante de él es su sala hipóstila que es la que se mantiene aún y es visitable. Sus obras comenzaron durante el reinado del faraón Tutmosis III aunque luego fue ampliado no solo por los propios egipcios, sino también por los romanos.

Aunque el templo, evidentemente, debería ser la visita estrella de este lugar, hay otros dos puntos en Esna que resultan inevitables visitar y que quizás ofrecen ese punto de diferencia con respecto a Kom Ombo y Edfú: por un lado, su mercado, típicamente árabe, muy al estilo de los bazares orientales, por el que invariablemente hay que pasar para ir al templo, y por otro su esclusa.

Todos los cruceros, al pasar por Esna, deben pasar la esclusa pues deben solventar un desnivel en el río de casi 10 metros. Se convierte este salto de agua, y el paso por la esclusa, en otro espectáculo que todos los turistas a bordo suelen desear ver.

Con la marcha de Esna afrontaba, así, mi vista estrella, Luxor. Allí me esperaban el valle de los Reyes y el de las Reinas, el templo de Karnak y el de Luxor, entre otros…

  • Ya sabéis que podéis leer el diario completo de mi viaje en el siguiente enlace: viaje a Egipto.

Foto vía: Steve Cameron

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Category: Egipto


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